Hace unos días surfeaba por flickr y me topé con modelos de relojes de pared de un negocio bastante canchero de NY. Habiendo muchos relojes distintos todos parecen ser como distintas miradas sobre el tiempo, es decir, seguramente el diseñador industrial (o los) que los diseñó a la hora de pensar en como renovar el discurso de un objeto tan cotidiano y a veces tan trivial como un reloj de pared se debe haber sentado y preguntado, ¿cómo proyecto un reloj que se pueda comercializar, que se pueda fabricar y que tenga cierto rasgo de novedad? Probablemente haya llegado a preguntarse por el concepto de tiempo y su implicancia en la vida de cada uno, con la idea de que la renovación no pase sólo por hacerlo en un material extraño, sin números y con garabatos o cualquier tentación a priori. Elegí postear estos dos, aunque había otros ejemplos que me gustaría tener en mi casa, porque me parecen que son buenos ejemplos donde se trabaja sobre el discurso, en este caso de los objetos. Casi que podrian haber sido concebidos por un diseñador gráfico, ya que más allá de alguna cuestión técnica, lo más interesante está en lo que los objetos denotan y connotan. Es fácil encontrar cierto parentezco con uno de los pilares de la Identidad de Swatch, en el sentido de "personalizar" el tiempo, de trabajar sobre que el tiempo puede ser uno en términos físicos, pero la percepción de él es individual. Ahora en estos relojes de pared, aprovechando el soporte se trabaja mucho sobre el vínculo que cada uno de nosotros tiene con el Tiempo.
En el de los números sueltos, que tiene algo lúdico pues cada uno puede customizar el reloj disponiendo cada cubo con el número como uno quiera sobre la pared, y ya de por sí lo vuelve altamente atractivo está jugando con el deseo que todos tenemos de poder controlar el tiempo, de invertir la relación de poder que muchas veces se establece, casi llevando al terreno fáctico la idea de "el tiempo es lo que uno hace de él", cosa que la mayoría de las veces es sólo una expresión de deseo. Pocos concientemente se comprarían ese reloj pensando en esto, pero en el discurso que establece el objeto está implicito el deseo sobre el tiempo.
El otro reloj, variante de un cucú, también hay un juego con el deseo, pero en este caso en términos de la percepción. Un juego entre abstracción y figuración, el soporte de líneas puras y color casi nulo, al que se le imprime el outline de un reloj bien clásico, como evidenciando el punto de partida original, y al hacerlo poniendole "humanidad" al diseño moderno, en términos de ausencias y abstracciones. Aquí el deseo está trasladado a la necesidad de entender y ser partícipes de las cosas.
Juan Miranda
No hay comentarios:
Publicar un comentario